Y acomodó uno a uno los besos sobre su cuerpo…
Tomó su piel intacta como lienzo y dibujó sobre ella una obra maestra de caricias.
Aferrándose a su mano y con voz titubeante, susurró al oído palabras que habían sido tan celosamente guardadas para el momento.
Develó una a una las capas que la envolvían, hasta descubrirla así, como tantas veces la había imaginado.
En ese efímero instante se dio cuenta que había profundizado en muchísimo más que su piel…
Había cruzado la línea de sus inhibiciones e inseguridades, había conquistado a sus temores.
La tomó fuertemente en sus brazos, al ver que de sus ojos brotaban lágrimas que gritaban a viva voz:
¡No me dejes!
Acomodó suavemente el cabello que yacía sobre su rostro, suspiró entre gemidos y la besó, como nunca antes lo había hecho.
Para no romper el silencio que acobijaba la atmósfera; ella bosquejó una sonrisa, y sin mediar palabra, correspondió con una mirada ahogada en los restos de lágrimas que yacían aún en su rostro…
Ese día descubrieron que los cuerpos tienen más de una forma para comunicarse.
©2016, L. Amaya
®2016, Paola Contreras.
Paola cuanta ternura en tus palabras, da mucho cariño. Gracias por votar a mi, quiero que sepas, que yo tambien te votado. Un gran abrazo.
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Que bueno poder originar en ti una sonrisa, así como las mías cada que leo tus comentarios. Gracias por apoyar este Blog, un abrazo y feliz martes.
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Desborda dulzura
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Tienes mucha razón, gracias por leer.
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