¡Cuidado con lo que decimos!

Como seres humanos no sé que duele más si las palabras o la ausencia de los presentes en nuestras vidas, porque hasta la personalidad o el corazón más frío llora a escondidas o desahoga su malestar en diversas cosas, negando que le sucede algo.

Cuando somos egoístas, queremos siempre tener la razón y no hay manera de que nos hagan cambiar esa incómoda actitud para los demás, y no sólo eso, también nos dedicamos a dejar ir palabras que por muy impulsivas que sean, dañan de maneras inigualables.

 No podemos pedir que alguien nos trate mejor, si no hemos cambiado nuestra actitud antes. Es simple, para exigir respeto, primero hay que darlo. El impulso desenfrenado no nos deja ni escuchar, por eso seguiremos ahogandonos, hasta que hagamos una pausa, respiremos y actuemos de mejor manera; tratando de solventar la situación, escuchando el otro punto de vista. 

A pesar de eso, a veces tratamos de ser pacientes, podemos escuchar un largo y enorme desahogo. En lo personal, aún no podría entender las magnitudes de problemas que tiene un adulto, pero sí comprendo que en ocasiones las feas palabras que se le quieren decir a un jefe, o a las personas que nos amargan, terminan en alguien que no tiene la culpa, sólo porque la persona molesta, encuentra el factor o a la persona que no puede decir nada, porque si lo hace sería una falta total al respeto…

Pero llega el momento límite, donde todo termina en una explosión total, donde ya no se permitirá que la ira de otros problemas recaigan en uno, disfrazada de «eres culpable de todo lo que me pasa».

De igual manera, estamos acostumbrados a juzgar, sin antes saber la situación tal como es. Todas las palabras que nos llegan en un mal plan, quienes así lo creemos se pueden revertir a quien las dijo, y la vida se encarga de hacernos todo lo contrario a lo que nos dicen, o a lo que nos desean. Y llegará el momento en el cual, se recordarán de todo lo que decían, y verán que somos todo lo contrario, somos mejores. Porque así lo creímos desde el principio, aunque sean solo eso:  palabras. Pero las palabras tienen poder e inconscientemente nos afectan, si yo aseguro que demostraré todo lo contrario a lo que me dicen, así será.

Finalmente, llegamos al punto del estrés máximo, queremos que alguien nos escuche y sólo caemos en el punto de que, habrá alguien que nos brinde la compañía que necesitamos o simplemente, no estará nadie. Esos son los presentes, ausentes en nuestras vidas, que tienen un rol o papel importante para nosotros, pero que no están cuando creemos que serían necesarios…

Obviamente, estos puntos de vista varían según la personalidad de cada quien. Porque es cierto, al final nosotros mismos, encontramos la causa y la solución, por más que hayan o no consejos de otros… Pero a veces, si es necesario escucharlos de alguien más.

«Es verdaderamente incómodo luchar con lo interno, lo que hace sacar el lado negativo de lo que actualmente se disfruta»

©Abril


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