El CD seguía sonando, ahora con una canción de Rush, mientras una camioneta pasaba a nuestro lado, levantando algunas hojas. No tenía ni idea de cuantos minutos habían transcurrido desde que estábamos allí. Parecía mucho tiempo.
-Tienes respuesta para todo -señalé.
-Pues no -replicó, y dio vueltas a uno de sus anillos-. Lo hago lo mejor que puedo, dadas las circunstancias.
-¿Y cómo lo llevas? -pregunté. Levanto la vista y me miró.
-Pues ya sabes -respondió-. Depende del día.
Sonreí.
-Me gustan tus anillos -dije, señalando sus manos con la cabeza-. ¿Son idénticos?
-Más o menos. Pero no -se sacó el de la mano izquierda y me lo pasó-. Son algo así como un «antes y después». Rolly los hizo para mí. Su padre es joyero.
El anillo era pesado, de plata gruesa.
-¿Lo hizo él?
-El anillo no -dijo-. Lo que está grabado en el interior.
-Oh -incliné el anillo ligeramente y miré en su cara interna. Allí, en mayúsculas, con una letra muy elegante, decía: «JÓDETE »-. Muy bonito -comenté.
-Menuda clase, ¿eh? -dijo. Hizo una mueca-. Éste fue antes del arresto. Yo estaba un poco…
-¿Enfadado?
-Pues sí. Este otro lo hizo cuando terminé el curso de control de la agresividad -se sacó el dedo del otro anillo y me lo puso cerca de la cara.
Con el mismo tipo de letra, y del mismo tamaño, decía-: «O NO»
Me reí.
-Por supuesto -le dije, devolviéndole el anillo-. Siempre es bueno saber cuáles son tus opciones.
-Exacto…